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[CRÍTICA CINE] Días de vino y rosas

Foto del escritor: Clara BezosClara Bezos

[Esta crítica contiene spoilers]


Argumento: "Joe Clay (Jack Lemmon) conoce a Kirsten Arnesen (Lee Remick), una brillante secretaria de la que se enamora, y se acaban casando. Tienen un bebé, y todo parece ir bien. Pero Joe bebe cada vez más y, lo que es peor, arrastra también a su mujer, que es abstemia. Los dos se convierten en alcohólicos, y en sus ratos sobrios piensan en cómo dejar la bebida." Wikipedia.


Muchas veces se dice que el cine de hoy en día es mucho más violento y tiene mucho menos reparo en mostrar las vísceras y los miembros amputados. Es una realidad que nadie niega, pues es cierto que, gracias a los nuevos medios para crear efectos especiales más realistas y la mayor capacidad de las nuevas generaciones para no apartar la mirada, hace que el gore se haya vuelto mucho más recurrente. Aún así, esto no significa que haya películas antiguas fuertes y duras, a lo mejor quizá demasiado inhumanas para dejar que se proyecten ahora. No voy a decir que soy una experta en las películas sobre el alcoholismo, pero me atrevería a decir que esta, a pesar de ser de 1962, es una de las más duras que tratan el tema. Tampoco diré que posteriormente no se han hecho películas fuertes sobre el alcohol, pero lo cierto es que Días de vino y rosas armaría tal revuelo si fuera proyectada hoy en día, que nos hace recordar que el cine de hace sesenta años no eran solo rosas y cosas que cualquiera podría ver.

En mi opinión, el mejor punto de la película es lo trabajada que está, y lo realista que es aunque el caso que presente sea uno entre cien. La manera perfecta de disfrutar esta película es verla sin saber que va sobre el alcoholismo, pensando que narra una historia de romance. La sencillez y la cotidianidad con la que te cuentan cómo la pareja protagonista se conoció hace que la película cumpla su objetivo: el revelarte que la adicción puede aparecer en el momento más inocente. Al final la chica, que era la más reservada y que se negaba a beber, es la que peor termina. Al principio, el espectador no sospecha nada. El hombre sale a tomar de vez en cuando por cuestiones del trabajo, gesto que pueden tener muchos protagonistas en numerosas historias. Incluso cuando ella toma el licor con sabor a chocolate (otro punto muy logrado, la adicción a algo que no te gusta a través de algo que sí lo hace), no crees que pueda derivar en lo que derivará.

La narrativa lo plantea de forma muy natural. A pesar de que hacia la mitad de la película todo se convierte en una locura incontrolable, evoluciona de forma muy realista, que entiendes y sigues minuto por minuto. Los detalles son los que crean la obra. Ya se ha mencionado el hecho de que la adicción pueda provenir de cualquier lado. También hay que nombrar la escena en la que el protagonista va a visitar a la mujer y surge el momento de las cucarachas: mientras que él tiene que tomar aunque sea una copa para divertirse, ella se ríe sin ninguna necesidad del alcohol. Y cuando sigue la película, el efecto de la droga hace efecto, y la chica es incapaz de divertirse a no ser que beba.

También me fascina la escena en la que él va por primera vez a la reunión de alcohólicos anónimos. La primera vez que la vi me di cuenta de un detalle curioso, y es que todos allí estaban fumando. La fotografía, los planos de las personas llevándose el cigarrillo a la boca y la gran cantidad de humo que había en la sala parecía estar gritando que el espectador se fijara en eso. ¿Por qué remarcan tanto el hecho de que estén fumando?, me preguntaba cada vez que la veía. Y la última vez que la vi encontré la respuesta: tapar el vicio del alcohol con otro vicio.

El guión es brillante, lo que le da esa sencillez y simplicidad a la narración de la historia, y cómo la locura evoluciona de una forma en la que el espectador se cree lo que está viendo. El reparto también es muy bueno, sobre todo por parte de Jack Lemmon. Es más que entendible que fuera nominado a mejor actor en los Óscars con esta película. La escena del invernadero es terrible y terrorífica, y el actor logra con sus movimientos y lloros exagerados que el momento se quede marcado en todos nuestros corazones cada vez que la vemos.

Es, sin lugar a dudas, una obra maestra, y una película con una forma de plantear las cosas tan moderna, entretenida, y fuerte, que le gustará incluso a aquellos que no sean fans del cine clásico.


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